A fresh start, a blank page, a clean slate—they’re idioms that have come to be practically synonymous with this time of year, to the point where one might shy away from using them to avoid being too predictable or cliché. But in this case, the concept of a clean slate is all too fitting for me to pass up expounding on it.
During the last few months, Ben and I have been undergoing the intense and relentless rollercoaster ride that is purchasing a home. After countless hours discussing deal-breakers, searching listings, checking out properties, making phone calls, answering emails, producing papers, crunching numbers, and all but being driven to a fatigue induced coma, we finally closed at the beginning of December.
We’re homeowners, guys! (cue celebratory conga line)
As we toured the house, we knew it was far from where we wanted it to be, but, as they say in those home improvement shows, it had great bones. Two stories (Ben and I—and Agustina as we found out—are quite fond of stairs), three large bedrooms, a little office that’s PERFECT for the new job I’m starting on January 4th (speaking of clean slates, eh?), a nice little patio, hardwood floors, and… what’s that I see? Dark wine and mauve colored walls throughout the ENTIRE HOUSE?
Eeeeek!
Okay, to be honest the color was the first thing we noticed as soon as we stepped in the door. How could we not?
“Empezar en limpio”, “una hoja en blanco” – son modismos cuyo uso se ha vuelto casi casi obligatorio en esta temporada, tanto que uno hasta duda en usarlos, por aquello de evitar ser demasiado cliché o predecible. Pero en este caso me van a tener que perdonar: el concepto de una hoja en blanco es demasiado perfecto para lo que está pasando alrededor de mi.
Durante los últimos meses del 2015, Ben y yo hemos estado pasando por la inevitablemente turbulenta y emocionante experiencia de comprar una casa. Después de pasar un sinfín de horas buscando casas, evaluando prioridades, haciendo llamadas, contestando emails, produciendo papeles, haciendo cálculos, y arrancándonos los pelos, finalmente firmamos a principios de diciembre.
¡Oficialmente somos dueños de casa! *aplausos, chiflidos y gritos*
La primera vez que exploramos la casa por dentro, sabíamos que le hacían falta muchos cambios, pero lo importante es que tenía potencial. Dos pisos (evidentemente tanto a Ben como a mi como a Agustina nos encantan las escaleras!), tres recámaras grandes, una oficinita que es perfecta para mi nuevo trabajo que empiezo el 4 de enero (hablando de empezar en limpio), un patiecito, pisos de madera, y… ¿qué? ¿No habrá aunque sea UNA pared que no está pintada de color guinda?
Bueno, siendo sinceros, el color fue lo primero que notamos. ¿Y cómo no notarlo?
And though we believe every color under the sun has its time and its place to shine, this was downright overwhelming. Like a gargantuan grape juice stain, a tidal wave of “too much”.
Y aunque creemos que cada color bajo el sol tiene su tiempo y su espacio para brillar, este definitivamente no era ni uno ni el otro. Como una mancha gigantesca indeleble, un tifón de vino tinto. Supongo que todo en exceso puede llegar a agobiar, no?
So, for our own sanity, as a prerequisite before we moved in, we made the executive decision to have the entire home painted white. Clean, crisp, stark, blank, open, airy white. We may choose to go with other colors in the future, but being totally surrounded by wine was so nauseating we couldn’t even begin to visualize another color scheme. (I mean, try to imagine the smell of your favorite perfume while standing in a dump. NOT happening!) Ultimately we knew that the best place to start was with a clean slate.
And isn’t that always the best place to start?
Pues no el blanco. Puro, fresco, ligero y limpio, el blanco no cansa, no acapara, no hostiga. Asi que, para nuestra propia salud mental, como requisito antes de mudarnos, decidimos pintar la casa entera de blanco. Quizá después incluiremos otros colores, pero era imposible pensar en eso estando cegados y sumergidos en vinos y púrpuras (o sea, trata de imaginar el olor de tu perfume favorito estando cerca de una alcantarilla). Sabíamos que lo mejor era empezar en limpio.
Y es que, ¿no es así siempre?
So cheers to new places, to new spaces, to new ideas, and breaths of fresh air. I hope that the turn of this New Year has given you a chance to reflect, reassess, and reevaluate your life, your goals, and the actions you’re taking to achieve them. To make deliberate choices about what you want to keep working towards and what you want to change.
Out with the old and in with the new!
Así que, salud por lugares desconocidos, espacios nuevos, por arrancar de cero, aprender a acostumbrarnos y familiarizarnos. Espero que este año nuevo hayas podido reflexionar y reevaluar tu vida, tus metas, y las acciones que estás tomando para lograrlas. Tomar decisiones con tenacidad acerca de lo que te importa, lo que quieres seguir haciendo y lo que quieres cambiar.
¡Pa’fuera lo viejo, y venga lo nuevo!